¿Qué es la meditación según Dálai Lama?

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        "Es el proceso que nos permite aumentar nuestro control sobre la mente y guiarla en una dirección más virtuosa. Podemos considerarla una técnica por la que disminuimos la fuerza de los antiguos hábitos de pensamiento y desarrollamos otros nuevos. Gracias a ella nos protegemos de aquellas actitudes de pensamiento, palabra o acción que nos provocan sufrimiento y a la vez, generamos felicidad".    La meditación constituye la base de nuestra práctica espiritual (cualquiera que sea). – NAMASTÉ

¿Te sientes estancado en la vida?

En nuestra época es más o menos común escuchar que una persona se siente “estancada” en su vida, una expresión coloquial que posee sus variaciones (hay quien se considera “atorado”, “hundido”, “en un bache”, etc.) pero que, en todos los casos, da cuenta de ese sentimiento de frustración, de cierta parálisis indeseada y, a fin de cuentas, de la impresión de permanecer en un mismo lugar existencial, del que parece no haber salida y al respecto del cual no se mira en el horizonte ningún cambio.
Cada persona, por otro lado, puede referir dicho “estancamiento” a distintos ámbitos. Habrá quien lo relacione más con su trabajo, por ejemplo, que acaso ya no le satisface; otros con su vida profesional, en sentido amplio; algunos con la relación de pareja que viven, o con su familia, etcétera.




En cierto sentido, la sensación no es extraña al ser humano, y hasta podría decirse que forma parte de su condición. Más allá de las explicaciones históricas, sociológicas o filosóficas que pueden ofrecerse (Byung-Chul Han ha escrito lúcidamente al respecto, explicando la “sociedad del cansancio” y ese estado permanente de fatiga en que se vive ahora), es posible discutir también un elemento propio de la naturaleza humana: la dificultad del sujeto para manifestar su propio impulso de vida. 


En la medida en que el ser humano pasa buena parte de su formación al cuidado de otros, sin darse cuenta “aprende” a reprimir sus propios impulsos, su deseo, su espontaneidad, sus ganas de hacer algo, etc. Y si bien este mecanismo es hasta cierto punto necesario para la vida en común con los demás, cuando se le permite operar sin control puede devenir justamente en el fenómeno del cual estamos hablando. La vida, que está hecha para correr libremente, para florecer, para dar lugar a más vida, pero es cierto que a veces ese flujo se frustra, su curso se interrumpe, no tiene más hacia dónde salir.


A continuación presentamos algunos puntos que pueden ser útiles a este respecto. No se trata de una guía definitiva ni infalible, pero nos parece que puede motivar a la reflexión personal necesaria para resolver dicha situación.


Acepta tus circunstancia

Acepta el momento en que te encuentras. A veces, por una inclinación hasta cierto punto “natural” o comprensible, evadimos las sensaciones y pensamientos de frustración que tenemos, por distintos motivos.


Sin embargo, si quieres salir de ahí, antes es necesario que aceptes la realidad en la que vives y, sobre todo, el malestar en tu vida. Intenta mirarlo de frente, sin temor pero también sin juicios. Pondera tu trabajo, tu pareja, tu situación económica, la adicción que está perturbando tu vida, tu situación profesional, etc. ¿Qué encuentras ahí? ¿Qué te molesta? ¿Piensas con frecuencia que te parece insatisfactoria? ¿Es para ti fuente de infelicidad? ¿No te gusta pero “te aguantas”? ¿No te gusta pero piensas que “es lo que hay”? ¿Es justo para ti que te conformes con eso?

Prepárate para decidir

Si quieres un cambio en tu vida, necesitas emprender las acciones necesarias para generarlo. Sabemos, en efecto, que no siempre es sencillo tomar una decisión. Cuando tus ingresos económicos dependen de un trabajo, no parece fácil renunciar a éste de un día a otro. Si en tu interior tienes un miedo profundo (y acaso todavía desconocido) a la sensación de soledad, quizá no te sea sencillo terminar una relación de pareja, no importa lo mal que te sientas en ella. Quieres mudarte pero no tienes el dinero suficiente para afrontar ese gasto, etcétera.
Sin embargo, sí es posible desde ahora ponerte en el camino de dicho cambio. En otras palabras: tomar otras decisiones preparatorias o paralelas que, en su momento, habrán servido para dar el salto mayor.
Examina tus circunstancias y reflexiona sobre aquello que sí puedes hacer ahora para salir de esa frustración en la que te sientes. ¿Ahorrar? ¿Preguntar entre tus amigos si alguien sabe de algún trabajo? ¿Hablar francamente con tu pareja? Salvo situaciones muy extremas, siempre habrá algo que puedas hacer, una decisión que puedas tomar.


Conócete y valora lo que posees

En ocasiones, la frustración en la vida surge cuando una persona ha dejado que otros conduzcan su vida durante mucho tiempo, lo cual da como resultado, por un lado, que uno llegue a lugares donde en realidad no deseaba estar y, por otro, que el sujeto sea definido por el exterior y no por un proceso de definición interior consciente. Dicho de otro modo: el sujeto piensa lo que es en función de lo que otros piensan de él (o de ella), de modo tal que se vuelve un desconocido de sí mismo, que no sabe lo que posee, que no conoce su valor como persona, el valor de sus habilidades, sus conocimientos y sus recursos.
Si sientes que este es tu caso, intenta mirar desde otra perspectiva. Aquí algunas preguntas para comenzar esa reflexión:

¿Qué sabes hacer? Hasta ahora, ¿qué de lo que haces te genera algún tipo de pago económico? ¿Qué tan bueno te consideras en tu trabajo? ¿Y con respecto a tus compañeros (presentes o anteriores)? ¿Y con respecto a otros colegas de profesión? ¿Tienes otras habilidades? ¿Quién valora lo que haces? ¿Quién esperas que valore lo que haces? ¿Qué formas del reconocimiento estás habituado a buscar? ¿Recibes otros reconocimientos de los que no te das cuenta?

Sé espontáneo

En El miedo a la libertad, Erich Fromm dedica varios párrafos a definir y elogiar la espontaneidad del ser humano como reflejo de su impulso de vida, esa fuerza que muchos de nosotros experimentamos en la niñez, en la que intención y acción se encuentran fundidas: pensamos en hacer algo y lo hacemos, sin titubeos ni retrasos. No obstante, con el tiempo dicha espontaneidad se hace cada vez menos espontánea, por así decirlo, pues las reglas, los códigos sociales, la educación y otros factores interrumpen su libre curso.
Sin embargo, no desaparece. De hecho, todos somos capaces de reconocerla. Cuando se nos “antoja” hacer algo, cuando nace de nuestro interior un comentario ingenioso, cuando sentimos ganas de cantar o de bailar, de sonreír, de escribir, cuando un deseo auténtico se presenta, éste es fruto de dicho impulso de vida. Tanto como sea posible, escucha ese deseo y realízalo, sin ningún otro propósito más que satisfacerlo.
De esa manera, poco a poco te darás cuenta de que la vida busca manifestarse siempre.
Recuperado de: pijamasurf.com

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