La
idea de nuestra identidad, está profundamente arraigada a nuestra mente e influye
en todo al relacionarnos con los demás. ¿Pero qué valor tiene esa identidad? Es necesario
hacer alusión a la palabra personalidad,
que significa mascara, ya que usualmente olvidamos separarnos entre el
papel que desempeñamos en la sociedad y nuestra verdadera naturaleza.
Si
no vamos a un viaje con varias personas, lo único que nos importará en esos
días de aventura será sus cualidades y defectos, más no su profesión o la
posición que ocupan en la sociedad. Sin embargo después de la aventura estos
compañeros se reencuentran lo que sentían en el viaje posiblemente desaparezca,
porque todo colocaran de nuevo su macara donde mostrarán su estatus social,
profesión, etc. Y el encanto se rompe.
Estas
etiquetas distorsionan las relaciones humanas, porque en lugar de vivir de los
acontecimientos de manera sincera, nos comportamos de una forma en que logramos
preservar nuestra imagen. (si no soy más músico, escritor, educado, hermoso
¿quién soy yo?).
Como
conclusión, lo mejor es no tener etiquetas y de esa forma viviremos más libres,
flexibles, alegres y ligeros.