¿Qué es la meditación según Dálai Lama?

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        "Es el proceso que nos permite aumentar nuestro control sobre la mente y guiarla en una dirección más virtuosa. Podemos considerarla una técnica por la que disminuimos la fuerza de los antiguos hábitos de pensamiento y desarrollamos otros nuevos. Gracias a ella nos protegemos de aquellas actitudes de pensamiento, palabra o acción que nos provocan sufrimiento y a la vez, generamos felicidad".    La meditación constituye la base de nuestra práctica espiritual (cualquiera que sea). – NAMASTÉ

La felicidad





¿QUÉ ES Y DÓNDE LA ENCONTRAMOS?


La felicidad en sánscrito es Sukha. Este término indica una noción de bienestar, un estado de ser, de estar, de vivir y relacionarse con el mundo.
Un profundo bienestar no es algo construido, pasajero, dependiente de otros factores externos, como la sensación de felicidad que se tiene al comer algo sabroso, recibir un regalo o disfrutar de la familia. Sabremos si estamos realmente felices cuando estemos solos. Sin nada a qué agarrarnos, sin ningún objeto de soporte que active sensaciones agradables. Simplemente estando consigo, inspirando y expirando, disfrutando de la presencia natural de nuestro ser.

Esta felicidad no es solamente una disposición de ánimo, pues nada es necesario para que se encuentre dispuesta a florecer. No hay nada que la bloquee o impulse. Es lo que es, libre de todas nuestras construcciones y proyecciones mentales. Se llama el “gran bienestar” (maha Sukha en sánscrito).
No hay como obtenerla, pues no es una construcción de nuestras mentes, es un estado de estar presente por detrás del escenario de la película de nuestra vida. Esta felicidad ocurre naturalmente al desatar los nudos creados por nuestra mente, condicionamientos, impresiones de habito, formas de percibirnos a nosotros mismos y la realidad a nuestro alrededor.

Nuestro ser pide armonía, busca paz y bienestar. Sin embargo, construye las causas contrarias. En general, aunque vayamos a buscar por verdadera felicidad, nutrimos las causas para la agitación, el estrés, la depresión y la tristeza en nuestras vidas. Vivimos los miedos del pasado y las expectativas del futuro. Olvidamos el presente y entramos en un viaje sin fin, repleto de ilusiones y creaciones mentales desintonizadas con el momento en que las cosas realmente están sucediendo ahora.

Paramos unos instantes, respiramos profundamente, relajamos nuestro cuerpo, tranquilizamos nuestra energía. Hemos calmado nuestra mente, percibimos que nuestro cuerpo agradece, que nuestra energía da señales de bienestar. Reconocemos que nuestra mente se desprende y levemente se abre. Vamos respirando y calmando, disfrutando del momento presente, exactamente donde estamos, en la cueva de retiro que es nada que el propio ambiente de nuestras mentes. Desarrollamos la práctica espiritual que esencialmente es nutrir de buenos pensamientos y el desinterés por todo aquello que no produce lo que buscamos verdaderamente –equilibrio, tranquilidad, amor y lucidez-, gradualmente, vamos reconociendo la naturaleza del momento, sus cualidades y potenciales extraordinarias. El pasado ha pasado. El futuro todavía está por venir. Es en el presente que sembramos el futuro. Este exacto momento es el lugar y el tiempo más importante de nuestras vidas. Vivir cada instante.

Esto es la esencia de una vida sana, repleta de satisfacción, apreciación a cada paso, alegría a cada instante. Es estar floreciendo en cada momento, cada mirada, cada sonrisa, cada escucha, cada cambio. La felicidad genuina está muy cerca. Basta con ser nutrida, reconocida y familiarizada para que se convierta en na continuidad de ser, estar, vivir y fluir en la vida.

Referenciado de: Lama Jigme Lhwang, “Caminho”


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