¿QUÉ
ES Y DÓNDE LA ENCONTRAMOS?
La felicidad en sánscrito es Sukha. Este término indica una noción
de bienestar, un estado de ser, de estar, de vivir y relacionarse con el mundo.
Un profundo bienestar no es algo
construido, pasajero, dependiente de otros factores externos, como la sensación
de felicidad que se tiene al comer algo sabroso, recibir un regalo o disfrutar
de la familia. Sabremos si estamos realmente felices cuando estemos solos. Sin nada
a qué agarrarnos, sin ningún objeto de soporte que active sensaciones
agradables. Simplemente estando consigo, inspirando y expirando, disfrutando de
la presencia natural de nuestro ser.
Esta felicidad no es solamente una
disposición de ánimo, pues nada es necesario para que se encuentre dispuesta a florecer.
No hay nada que la bloquee o impulse. Es lo que es, libre de todas nuestras
construcciones y proyecciones mentales. Se llama el “gran bienestar” (maha Sukha
en sánscrito).
No hay como obtenerla, pues no es
una construcción de nuestras mentes, es un estado de estar presente por detrás
del escenario de la película de nuestra vida. Esta felicidad ocurre naturalmente
al desatar los nudos creados por nuestra mente, condicionamientos, impresiones
de habito, formas de percibirnos a nosotros mismos y la realidad a nuestro
alrededor.
Nuestro ser pide armonía, busca paz
y bienestar. Sin embargo, construye las causas contrarias. En general, aunque
vayamos a buscar por verdadera felicidad, nutrimos las causas para la
agitación, el estrés, la depresión y la tristeza en nuestras vidas. Vivimos los
miedos del pasado y las expectativas del futuro. Olvidamos el presente y
entramos en un viaje sin fin, repleto de ilusiones y creaciones mentales
desintonizadas con el momento en que las cosas realmente están sucediendo
ahora.
Paramos unos instantes, respiramos
profundamente, relajamos nuestro cuerpo, tranquilizamos nuestra energía. Hemos
calmado nuestra mente, percibimos que nuestro cuerpo agradece, que nuestra energía
da señales de bienestar. Reconocemos que nuestra mente se desprende y levemente
se abre. Vamos respirando y calmando, disfrutando del momento presente,
exactamente donde estamos, en la cueva de retiro que es nada que el propio
ambiente de nuestras mentes. Desarrollamos la práctica espiritual que esencialmente
es nutrir de buenos pensamientos y el desinterés por todo aquello que no
produce lo que buscamos verdaderamente –equilibrio, tranquilidad, amor y
lucidez-, gradualmente, vamos reconociendo la naturaleza del momento, sus cualidades
y potenciales extraordinarias. El pasado ha pasado. El futuro todavía está por
venir. Es en el presente que sembramos el futuro. Este exacto momento es el
lugar y el tiempo más importante de nuestras vidas. Vivir cada instante.
Esto es la esencia de una vida
sana, repleta de satisfacción, apreciación a cada paso, alegría a cada
instante. Es estar floreciendo en cada momento, cada mirada, cada sonrisa, cada
escucha, cada cambio. La felicidad genuina está muy cerca. Basta con ser
nutrida, reconocida y familiarizada para que se convierta en na continuidad de
ser, estar, vivir y fluir en la vida.
Referenciado de: Lama Jigme Lhwang, “Caminho”