Angustia y heridas emocionales, son sólo
algunos ejemplos de aquellos factores que impactan negativamente diversas
áreas de nuestra vida. Por ejemplo, experimentar el deseo de realizar una
actividad –ganar un concurso, hablarle a la persona que nos gusta, terminar una
carrera, conseguir un trabajo, mudarnos de país – y, de pronto, recibir
una ráfaga de pensamientos en contra de este deseo: “¿Será seguro?”, “¿Y si
fracaso?”, “Si me rechaza o se burla de mí… Sentiré feo y no quiero sentirme
así”, etcétera…
Inclusive,
hay especialistas que confirman que esta serie de creencias irracionales
moldean no sólo la personalidad sino también la estructura corporal. Es como si
la mente tuviera el poder de reestructurar toda nuestra existencia tanto para
bien como para mal. Frente a este tipo de creencias irracionales, en las que
pueden abundar pensamientos de insuficiencia o incapacidad de uno mismo, no
queda de otra más que hacerles cara directamente.
En el
budismo el responsable de liberar este tipo de creencias irracionales es el
“ego”, al cual se le debe conocer, aceptar, comprender, dar cariño en caso de
ser necesario y dejar ir. De lo contrario, si sólo “se hace oídos sordos” a
todos estos pensamientos, los resultados pueden ser fracaso y agobio, pues sólo
se reprimen, lo cual produce que se incrementen en el interior de nuestro
inconsciente.
Mediante
la constante práctica de la meditación y el mindfulness, la transformación casi resiliente
del ego puede realizarse. De hecho, en los últimos años los especialistas en
salud mental se han encargado de promover este tipo de prácticas dentro de sus
herramientas terapéuticas, pues varios estudios clínicos demostraron que la
práctica del mindfulness en
terapias psicológicas tiene efectos productivos y positivos en los pacientes,
en especial cuando ayuda a convertir el “veneno” en medicina, esto es, a
desarrollar herramientas para transformar las dificultades en procesos de
aprendizaje, a encontrar la cotidianidad como una vía para apreciar la vida,
aun con los retos y las discusiones.
Pero,
¿cómo puede ser que la meditación ayude a liberar al ego de sus manías
tiránicas? En UCLA –University of California Los Ángeles– se han realizado
numerosas investigaciones que demuestran que la práctica regular (la
disciplina, tanto de la meditación como del mindfulness) ayuda a contrastar la salud mental
y la neurosis en el día a día, reduciendo así los síntomas de angustia, estrés
y otros rasgos de trastornos psicológicos. De alguna manera, la práctica
“formal” de ambas disciplinas ayuda a desmantelar las creencias irracionales
del ego.
Es
como si se usaran lentes con micas que agrandan los objetos a la vista, y
mediante la meditación/mindfulness fuésemos
capaces de cambiar los lentes por unos con micas adecuadas y realistas según
nuestras necesidades. Para poder lograr ese cambio, es indispensable tomar
conciencia de lo más básico, el cuerpo, mediante sus olores, sensaciones, respiraciones,
ritmos… Eventualmente el sentido de la quietud se desarrollará, facilitando el
contacto con la tierra y la simplicidad de nuestro alrededor. Es como si se
preparara el camino dedicado al trabajo interno mediante la expansión de la
toma de conciencia de las sensaciones corporales y así, lentamente, puede
emerger la vida como un Todo.
El
objetivo es cultivar estos destellos de conciencia en el día a día, recreando
la práctica del mindfulness en
la cotidianidad. La recolección de toma de conciencia es una experiencia
incondicional: una sensación indescriptible y que se queda en la memoria tanto
del cuerpo como de la mente. Es el momento para investigar a profundidad al ser
en su totalidad: conocer y comprender realmente cómo se es en esencia. En otras
palabras, es aprender a tocar esa parte que siente en el aquí y el ahora,
liberando lo que es innecesario o inútil –como las creencias irracionales. No
se trata sólo de estar sentado; es experimentar cada una de las sensaciones en
su totalidad.
Esta
constancia alterará la reacción en cadena del proceso mental y de la red
neurológica relacionada con el torbellino de confusión, logrando diferenciar
entre lo que sucede en la realidad y las creencias irracionales, así como
proveer seguridad en la toma de conciencia y de decisiones. Es decir, mediante
las acciones del presente se crean las actitudes positivas del futuro, como si
el enfoque de "el aquí y el ahora” redujera la cantidad y calidad de estas
creencias irracionales que causan miedo o bloqueos creativos. La clave es
ponerlo en práctica, como si fuese una disciplina, en el trabajo o la
escuela.
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