En
cada uno de nosotros existe un niño en
sufrimiento. Todos tuvimos momentos difíciles de niño y muchos de nosotros
experimentamos algún trauma y para protegernos y defendernos contra el
sufrimiento futuro, generalmente intentamos olvidar esos momentos difíciles.
Cuando
nos encontramos con el sufrimiento creemos que no podemos soportarlo, es
posible que no nos hayamos atrevido a encarar a ese niño por años, eso no
quiere decir que por ignorar esos sufrimientos se haya ido. Pero huir no acaba
con nuestro sufrimiento, solo lo prolonga.
Pero,
así como el sufrimiento está presente en cada célula de nuestro cuerpo, también
están las semillas de la comprensión despierta y de la felicidad que nos han
sido entregadas por nuestros antepasados. Solo necesitamos usarlas. Cuando nos
damos cuenta de eso, empezamos a generar la energía de la atención plena, las prácticas
del caminar, sentarse y respirar con atención plena y lograremos volver a la sabiduría
que se encuentra presente en cada célula de nuestro cuerpo. Esta energía nos
dará la bienvenida, nos sanará y se curará al niño herido que hay dentro de
nosotros.