Intente
dedicar un tiempo todos los días a simplemente ser. Cinco minutos estaría bien,
o diez, o veinte, o treinta si se atreve. Siéntese y observe como se van
desplegando los instantes, sin ningún otro propósito que el de estar plenamente
presente.
La
meditación tiene que ver poco con el tiempo del reloj. Cinco minutos de
práctica formal pueden ser tan profundos o más que cuarenta y cinco. La
sinceridad del esfuerzo es mucho más importante que el tiempo transcurrido, pues
en realidad estamos hablando de salir de los minutos y horas para entrar en
momentos, que en definitiva carecen de dimensiones y, por lo tanto, son
infinitos. lo importante es la motivación para practicar.
Meditar sentados
Es importante
señalar que no existe ninguna postura ideal o recomendada para meditar. Estar sentado es bastante habitual.
Lo
mejor es optar por lo sencillo y empezar percibiendo el aire entrar y salir. A
la larga, podemos ampliar la conciencia para observar todas las idas y venidas
y todos los cambios de idea y maquinaciones de nuestros pensamientos y sentimientos, de
nuestras percepciones y nuestros impulsos, de nuestro cuerpo y nuestra mente.
No obstante, puede que transcurra un cierto tiempo hasta que la concentración y
la atención plena lleguen a ser lo suficientemente estables como para sostener
una variedad tan amplia de objetos en la conciencia sin perderse en ellos. Para la mayoría de nosotros,
esto requerirá años, y dependerá en gran medida de nuestra motivación y la
intensidad de nuestra práctica. Así pues, al comienzo, lo más recomendable es
simplemente permanecer con la respiración o utilizarla como un ancla que nos
ayude regresar cuando nos dejemos arrastrar. Inténtelo unos años y observe qué
ocurre.
La
postura encarna el hecho de adoptar una posición, ya no solo físicamente sino
también internamente, en el sentido de “adoptar una actitud”. Cuando nos
sentamos a meditar, la postura nos habla. Si nos hundimos, refleja que la
energía es baja, que estamos pasivos y que hay una ausencia de claridad. Si
estamos sentados tiesos como un palo, significa que estamos tensos, que estamos
poniendo demasiado esfuerzo. Las caras se relajan, los hombros caen, la cabeza, el cuello y
la espalda se alinean fácilmente. La columna surge de la pelvis con energía.
En
la práctica meditativa, lo mejor es reconocer y respetar la propia experiencia
directa y no preocuparnos demasiado sobre si esto es lo que tendríamos que estar
haciendo, sintiendo, viendo o pensando, o si es lo correcto según un gurú o un libro.
Meditar andando
No hay una
forma correcta de meditar. En entornos monásticos tradicionales, las sesiones
de meditación sentada se intercalan con sesiones andando. Son la misma
práctica. Andar es tan bueno como sentarse. Lo importante es cómo está nuestra
mente.
En
la meditación andando, prestamos atención al hecho de andar en sí.
Podemos centrarnos en la pisada en general; o bien en segmentos aislados del
movimiento, como cambiar el peso, mover el pie, colocarlo, o bien en todo el
cuerpo que se mueve. También podemos asociar la conciencia de andar con la
conciencia de respirar.
Cuando
practicamos la meditación andando, no andamos para llegar a ningún lugar.
Simplemente solemos ir y venir por un camino, o dar vueltas en
círculo. El hecho de no tener que ir a ningún lugar, hace que, literalmente,
nos resulte más fácil estar donde estamos. El desafío
es este: ¿podemos estar plenamente presentes en este paso concreto?
Podemos
practicar la meditación andando a cualquier ritmo y, al igual que en la
meditación sentada, emergerán cosas que desviarán nuestra atención de la
experiencia desnuda de andar. Trabajamos con esos pensamientos, percepciones,
sentimientos, impulsos, recuerdos y expectativas que surgen durante la
meditación del mismo modo que lo hacemos durante la meditación sentada.
También
podemos practicar la meditación mientras andamos de manera informal en
cualquier parte, moviéndonos con normalidad. La práctica informal consiste en
recordar que estamos presentes en nuestro cuerpo. Simplemente es un
recordatorio para estar presentes en este instante, dando cada paso como surge,
aceptando cada momento como llega.